Devocional para el sábado1 de febrero, 2025
Matutina: Hebreos 12:18- 24
18 Porque no os habéis llegado al monte que se podía tocar, y al fuego encendido, y al turbión, y á la oscuridad, y á la tempestad,
19 Y al sonido de la trompeta, y á la voz de las palabras, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más;
20 Porque no podían tolerar lo que se mandaba: Si bestia tocare al monte, será apedreada, ó pasada con dardo.
21 Y tan terrible cosa era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy asombrado y temblando.
22 Mas os habéis llegado al monte de Sión, y á la ciudad del Dios vivo, Jerusalem la celestial, y á la compañía de muchos millares de ángeles,
23 Y á la congregación de los primogénitos que están alistados en los cielos, y á Dios el Juez de todos, y á los espíritus de los justos hechos perfectos,
24 Y á Jesús el Mediador del nuevo testamento, y á la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel.
Aproximarse a la santidad de Dios requiere de reverencia y de una obediencia absoluta a sus órdenes. Antes que Dios estableciera su pacto con su pueblo en el monte Sinaí, les ordenó separarse de impurezas y santificarse para Él. Dios descendió al monte Sinaí demostrando su poder y santidad. Les advirtió que cualquiera que tocara la montaña moriría. Solo a Moisés y Aarón se les permitió estar en la montaña, porque el monte Sinaí fue santificado - un recordatorio de la sima inconmensurable que existe entre lo santo y lo profano, lo divino y lo humano, y una enseñanza de la distancia que tenemos que tener del pecado para aproximarnos al santo Dios, porque la santidad es libertad del pecado.
El creyente debe vivir conforme a ella, es decir, vivir apartado y separado del pecado, y consagrado a Dios, libre de las costumbres mundanales. La santidad es un suceso progresivo que se inicia con la conversión y se extiende hasta el fin de la existencia misma. El grado de santidad se demuestra y se pone de manifiesto por los frutos, el carácter y la conducta del creyente.
Tomado de Fundamentos doctrinales II.
Meridiana: Salmo 103:1-14
1 Bendice alma mía, á Jehová; Y bendigan todas mis entrañas su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, á Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;
4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias;
5 El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
6 Jehová el que hace justicia Y derecho á todos los que padecen violencia.
7 Sus caminos notificó á Moisés, Y á los hijos de Israel sus obras.
8 Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.
9 No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo.
10 No ha hecho con nosotros conforme á nuestras iniquidades; Ni nos ha pagado conforme á nuestros pecados.
11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.
14 Porque él conoce nuestra condición; Acuérdase que somos polvo.
Vespertina: Hebreos 10:22
22 Lleguémonos con corazón verdadero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia.
Lectura del año Biblico:
Levíticos 12 https://www.wordproject.org/bibles/sp/03/12.htm#0
Levíticos 13 https://www.wordproject.org/bibles/sp/03/13.htm#0
Levíticos 14 https://www.wordproject.org/bibles/sp/03/14.htm#0
Levíticos 15 https://www.wordproject.org/bibles/sp/03/15.htm#0
Levíticos 16 https://www.wordproject.org/bibles/sp/03/16.htm#0
Guía de oración: [México-Puebla] y [Cuba-Madruga]
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